5 nov 2014

EL PLUMAJE EN LOS LOROS · Explosión de Colores 1ª PARTE


Venerados en culturas ancestrales y cotizados en las actuales: verdes, rojos, azules y amarillos… blancos, rosas e incluso negros hacen del brillante plumaje de los loros uno de los más codiciados objetos de deseo y admiración. Desde siempre, el colorido plumaje de las psitácidas ha sido su perdición hasta el punto de llevarlos a la extinción. Está en nuestras manos, al menos, conservar su brillo y colorido en nuestras mascotas, que no será otra cosa, que reflejo de su buen estado de salud.  

Abordaremos, este interesante tema, desde lo más básico, la estructura y composición de las plumas.

LA PLUMA, Estructura básica
La pluma es una estructura epidérmica,  que quiere decir que se deriva de la piel, se origina en la misma como una parte más y están formadas de una sustancia, llamada queratina, una proteína presente en estructuras tan bien
conocidas como las uñas, el pelo o las escamas en otros vertebrados.

El hecho de que las plumas estén compuestas de este material les permite tener características ventajosas, como una larga duración y  buena resistencia a los efectos del medio.

Durante la evolución, las plumas pudieron originarse con una función primordial: controlar la temperatura corporal de las aves.
Sin embargo, esta adaptación sirvió secundariamente en la función que caracteriza al grupo de las aves, el vuelo.

La estructura de una pluma es muy compleja, podríamos decir que se trata de una lámina subdividida finamente en gran cantidad de elementos.  En una pluma típica la parte central es conocida como raquis, que funciona como eje y se asemeja a una caña hueca.

La parte inferior del raquis, más ancha y hueca, generalmente desnuda se le denomina cañón o cálamo, es la parte por la cual la pluma está insertada en la piel.
El cañón es hueco, puesto que la pluma es una estructura muerta, como las uñas, y una vez que ha terminado de crecer, los vasos sanguíneos que la alimentaban se retiran y queda el espacio vacío.
En los márgenes laterales del raquis crece el vexilo o estandarte: lámina dividida en dos partes opuestas. Es la parte más evidente de la pluma y donde se concentran los vistosos colores en los loros, formado por una complicada red de “uñas” entrelazadas llamadas bárbulas.
Las bárbulas parten de láminas delgadas y rectas en posición perpendicular al raquis llamadas barbas, que se disponen en forma paralela a lo largo del raquis.

De las barbas se proyectan las bárbulas de manera perpendicular, cada una de las cuales lleva varios ganchos (ganchillos), los cuales al entrelazarse con los de las bárbulas adyacentes forman la complicada red del estandarte: está diseñada para que, siendo un elemento ligero que facilite el vuelo, a su vez, le de la rigidez necesaria para mantenerla firme y que pueda cumplir sus funciones.
Toda esta palabrería se entiende mejor si observamos las figuras adjuntas:



VIVOS COLORES
En los loros, como en otras muchas aves de brillantes coloridos, los colores son debidos a dos factores principalmente:
1. Pigmentos o biocromos
2. Efectos de la estructura microscópica de las plumas o esquemacromos
3. La combinación de ambos factores.

Los pigmentos son sustancias de color depositadas entre las láminas de queratina que conforman las plumas y también en el raquis, de diferentes tipos en función de su naturaleza química y distinguimos por ejemplo, entre las melaninas (generados por el propio organismo) y son causantes de las coloraciones más oscuras (aunque sus rangos abarcan desde amarillos, hasta pardo-rojizos…), los carotenoides (que producen amarillos, naranjas o rojos y que se obtienen principalmente de la dieta) y las porfirinas (que producen colores verdes, rojos y rosas brillantes principalmente).

Las psitácidas, para variar nos sorprenden incluso hasta estos niveles, en los que presentan un tipo de pigmentos exclusivo en este grupo: las Psitacofluvinas, cinco moléculas diferentes que, además, son producidas en los folículos que generan las propias plumas.
Generalmente, lo que producen es una coloración marrón, pero que en combinación con los esquemacromos, como veremos a continuación, provocan ese verde tan característico como frecuente en nuestros loros.
Los esquemacromos son ilusiones ópticas provocadas por la estructura de las plumas de muchas aves.

Las plumas blancas de nuestras cacatúas, por ejemplo son un ejemplo de esto, toda la luz que reciben es reflejada.

Muchos de los colores que vemos en las aves, son el resultado de la descomposición del espectro solar en los colores del arco iris, que es reflejado o absorbido, como luz que se proyecta sobre la pluma y es reflejada hacia los ojos del observador.

Aparentemente, el azul de nuestros guacamayos se produce de manera similar: ondas de luz azul reflejadas por una capa de células  que se extienden sobre la oscura, pardo intensa, superficie de células pigmentadas, de las barbas de las plumas.


Las plumas verdes de los loros están constituidas  de una manera similar; se trata de una capa amarilla pardosa, sobre las células que producen el azul, lo enmascara y en consecuencia, surge el verde.

Supongo que cualquiera de vosotros, si tenéis, por ejemplo, un amazonas, o incluso un eclectus, habréis observado cuando lo ducháis, que la pluma verde empapada, no es de un verde más oscuro como ocurriría con otras coloraciones, sino más bien, adquieren un aspecto marrón, ¿no es así?

Estoy seguro, que muchos de vosotros, habéis observado plumas con coloración anormal (es decir, tienen un color que no debería tener por su localización), cada una de estas anomalías, ya sean plumas rojas donde no tocan (por ejemplo, muy frecuente en yacos), o plumas amarillas donde debiera haber plumas azules o verdes (en Guacamayos o Aratingas lo he observado mucho…) tiene su propio nombre, que no creo oportuno explicar con demasiada profundidad: esquizocromatismos, jantocromatismos, etc… no obstante, es un vivo reflejo, de que algo no va bien en estas aves.

O bien, carencias alimentarias (ya sea por defecto o por exceso), o bien problemas metabólicos en alguno de sus órganos, componentes genéticos, etc… que de alguna manera o bien afectan a la fijación o síntesis de determinados pigmentos,o bien a la estructura física de las partes que componen la pluma de manera que nos desvirtúan el color final por difracción de la luz…

Debido a los esquemacromos, es precisamente, por lo que se habla a menudo que los loros presentan colores no visibles con la luz natural y si en otras longitudes de onda (infrarrojos y ultravioletas), y que parece tener una importante función tanto de reconocimiento intraespecífico, como en la selección sexual.


¿POR QUÉ ESTAS COLORACIONES?

La coloración de las aves en general y de las psitácidas en particular se ha fijado a lo largo de su evolución porque les confiere determinadas ventajas adaptativas a su medio en el que viven.

En esta línea, podemos hablar por ejemplo, que los plumajes claros (o incluso blancos, como algunas cacatúas) les pueden ayudar a reflejar los rayos solares, aislándolas del exceso de luz y calor, teniendo en cuenta, que muchas de ellas, son habituales en ambientes muy cálidos, casi desérticos y que además, aunque nos cueste creerlo, suponen una forma de camuflaje en ambientes arenosos y con mucha luminosidad…


Algunas coloraciones oscuras, por ejemplo en la mayoría de las plumas remeras de las alas, confieren por su composición mucha mayor resistencia y durabilidad, esencial si intervienen, como en este caso en una función primordial: el vuelo.

Es fácil entender, que la diferencia que existe de coloración entre machos y hembras (dimorfismo sexual), funcione como reclamo sexual, si asumimos que a menudo coloraciones como el rojo o el amarillo brillante pueden estar asociadas a una alimentación abundante.

Esto, que se produce en los loros, con mayor frecuencia en especies de Australasia, podemos verlo en varios ejemplos: en el género Alisterus o Aprosmictus, los machos presentan rojos intensos que pueden indicarle a las hembras precisamente esto que hablamos.

La cabeza roja en las cacatúas Gang-gang, o los flancos rojos de los Eclectus macho, estarían 
funcionando de la misma manera quizás…

Más complicado nos resulta entender que estos llamativos colores les supongan una ventaja de cara al camuflaje, tan fundamental para su supervivencia, y en efecto, es así e intentaré explicarlo. ¿Cómo podría suponer una ventaja tener colores tan vivos como el color azul o amarillo de los Araraunas?

Estas coloraciones, oscuras en el dorso y más claras en la zona ventral es una forma muy especial de coloración mimética, y que denominamos “sombra obliterativa o contrasombra”. 
En estas aves, los colores claros ventrales, lo que hacen es contra-balancear el efecto que produciría su propia sombra y no se eleva en forma destacada como si hubiera sido de un solo color, y además oscuro, como es el azul.

Esto, que es entendible cuando el ave está en el suelo, es también aplicable cuando están en vuelo: el vientre claro, se disimula mejor contra el cielo (luminoso) si lo observamos desde abajo, y si la observación se produce desde un ángulo superior, el dorso oscuro, se disimula mejor contra el suelo (donde se está absorbiendo la mayor parte de la luz, y por tanto se recrea un ambiente más ténebre), hablamos entonces casi, de mimetismo y lo que persigue siempre es intentar pasar desapercibido en su medio.

La coloración disruptiva, es quizás la más frecuente en los loros, e insisto, quizás la más difícil de creer por sus llamativos colores. El modelo disruptivo no es otra cosa que poseer manchas de colores diferentes que suponen “recortar” y/o camuflar la silueta normal del ave. Es fácil comprender, como, en aves que viven normalmente en el suelo, y en el caso de los loros, podemos hablar de especies tales como los Kea o Kakapos, suponga una ventaja tener una coloración en la que predominen los verdes oscuros, negros y marrones en diferentes tonos, siempre con colores apagados que los confunden con los del suelo terrestre.

¿Y en aquellas especies que presentan colores muy llamativos como rojos, azules o amarillos en su cuerpo? En la mayoría de los casos son especies que viven en los árboles. La predominancia del color verde en muchísimas de las especies sudamericanas apoyaría esta idea.

El color verde de sus cuerpos les ayudaría a camuflarse entre el follaje verde de los árboles y arbustos, pero que ocurre entonces con esos brillantes rojos, azules y amarillos que presentan, generalmente en la cabeza…pues de nuevo, lo mismo. Además de romper su silueta y su figura (el esquema que en su mente recrea un depredador de aves es siempre la misma silueta de un ave, tal y como la pintaría un niño pequeño, para que lo entendamos…) hace que parezcan frutos, hojas marchitas o reflejos que se producen den-tro del mismo follaje.

Esto ocurre en muchas Aratingas y Amazonas, por ejemplo, en las que la coloración principal del cuerpo es verde, pero sus cabezas se confunden con frutos (en diferente estado de maduración en función de cada color) y hojas a punto de caer… cuando están perchados en un árbol.

Os aseguro, que en múltiples ocasiones he estado debajo de determinados árboles “cargaditos” de loros y cotorras, y que, a veces, aún estando escuchando la algarabía que montaban, era casi incapaz de distinguirlos entre el follaje, aunque parezca increíble.


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2 comentarios:

  1. Genial el artículo Ángel, lo compartimos en nuestro Facebook!

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    1. Muchas gracias Mundo Mascota!, ya mismo os colgamos la segunda parte del artículo! ;-)

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